24 de Mayo de 1973
Mirada serena, razón finita, y donde no llega esta, solo queda el corazón. Cálida brisa de un día de Mayo, que vuelve a sembrar la felicidad en mas de uno. La verdad las vistas se me quedan cortas, ya no hay mas ventanas en mi habitación, ni mas imagen que la sonrisa de un niño, correteando en el parque donde yo solía jugar cuando era pequeño. Nostalgia de otros tiempos. Rarezas del mundo y de una vida algo peculiar, la verdad. Uno nunca sabe lo que le espera a la vuelta de la esquina. Un viejo chale con vistas al mar, una vida de lujos y el amor de tu vida sonriendo desde el altar de la iglesia de Santa María del Mar, y es ahí, cuando despertando del sueño y torciendo la vista un poco hacia a la izquierda, te encuentras en un piso en mitad de la ciudad que se cae a trozos con solo mirar. El tiempo pasa factura. Mientras, las paredes y dos cuadros de un pintor desconocido son la única herencia y los únicos testigos de la inmensa soledad que te acompaña día a día y puede que hasta el resto de lo que tu memoria llegue a recordar. La vida es mágica e inesperada, uno cree saberlo todo sobre ella y tarde o temprano se encarga de hacernos volar para al día siguiente dejarnos caer en manos de la cruda realidad.